Reynaldo Sietecase escribe poesía desde los 15 años. “La gente casi no lo sabe, es mi mitad oculta –cuenta–. Todavía tengo colegas periodistas que me preguntan: ‘¿Qué hacés escribiendo una novela?’. Todos imaginan que uno tiene que escribir no ficción”.
–¿Hay prejuicios en el ambiente de la poesía porque es periodista?
–No sé si hay prejuicios, pero me miran medio raro. Tengo seis libros publicados y formé un grupo literario. El periodismo me salvó la vida porque puedo vivir de la escritura. Cuando Osvaldo Bazán presentó mi último libro de poesía, Hay que besarse más, dijo que los más discriminados del mundo son los poetas, no los putos; que había que hacer una “marcha del orgullo poeta” (risas). Ser poeta es una calamidad, te miran raro, no te dan bola, no te publican. ¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida? Ser poeta, decía Bazán.
–Sin embargo, a pesar de su marginalidad, la poesía siempre cotiza en alza en la bolsa de valores literarios.
–Sí, es raro lo que pasa. Tengo una teoría muy loca. Un cirujano que lee Gelman es mejor cirujano que uno que no lo lee. No tengo ningún elemento para sostenerlo. Un periodista que lee poesía es mejor periodista que el que no la lee. Y no quiere decir que tenga que usar imágenes poéticas, ni mucho menos. La poesía hace bien al alma; te ayuda, te sostiene. A veces estamos confundidos, creemos que la gente común no está en contacto con la poesía. El tango es altísima poesía en la Argentina. “Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias” (tararea el comienzo de “Uno”). Me ponés cuatro meses en una habitación y no me salen unos versos así (risas). Y lo entiende perfectamente cualquier vecino. La gente está en contacto con la poesía, aunque no compre los miles y miles de libritos de poesía que andan por ahí.
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