LA INVESTIGACION PARA CONFIRMAR SU AUTENTICIDAD
Un autor colombiano encontró el texto en el bolsillo de su padre asesinado en 1987.
Colombia, 25 de agosto de 1987. Los paramilitares acribillaron al Héctor Abad -médico y político especializado en Salud Pública- en Medellín. Su hijo, el escritor Héctor Abad Faciolince, llegó unos minutos después. Lo encontró ya muerto. Lo besó y de su bolsillo sacó dos papeles. Una lista de personas amenazadas por los fascistas entre los que estaba el muerto y un poema sobre la muerte. Firmado JLB.
Aunque en ese entonces el poema tenía una importancia menor para Abad, lo hizo público en noviembre de ese año, en el diario El Espectador. Allí escribió que era de Borges. Por su belleza y por la forma en que lo encontró, el poema es también el epitafio de la tumba del padre: "El olvido que seremos..." Y es el eje de una historia trágica e intrigante.
"Esperé mucho tiempo. No sólo para escribir la historia sino para darme cuenta de que había una historia", dice Abad. Hace dos años pudo escribir un libro sobre su padre. Lo tituló El olvido que seremos. "Hablo de la bondad de mi padre y de la maldad de los asesinos, el soneto todavía no me importaba", dijo Abad. Al final, hay una mención del poema. Tardó 20 años para escribir ese libro, acompasado por el dolor. Y durante esos 20 años no pasó nada.
Pero de repente, a la luz del éxito comercial de su obra, el poema se volvió polémica. Ganó una importancia repentina. "Muchos me acusaron. Decían que estaba tratando de unir mi nombre de enano a la figura gigantesca de Borges para vender", recordó Abad. Entonces todo el mundo empezó a negar que el poema fuera de Borges.
Decían, sin vueltas, que Abad había inventado eso del poema en el bolsillo. "Pensé entonces que la belleza del poema debía ser rescatada, descubriendo a un autor distinto a Borges o confirmando que el poema era de él".
Decidió ir a fondo Abad, fuera lo que fuera. Pero tenía varios problemas. El poema no aparece ni en la Obra Poética ni en las Obras Completas de Borges. Para colmo, perdió el papel que su padre había escrito de puño y letra.
Un poeta colombiano le dijo que ese poema había sido escrito después de la muerte de su padre. Es decir: el soneto que Abad padre, defensor de los derechos humanos asesinado , llevaba en su bolsillo, no había sido escrito.
El poeta colombiano es Harold Alvarado Tenorio. El publicó estos poemas en 1993. Lo hizo con errores de métrica, cambiando o repitiendo palabras. "Esto despistó a los expertos", dijo Abad. "Tenorio me dijo que eran suyos, luego que eran de Borges y que se los habían entregado a una amiga de él en Nueva York", cuenta Abad.
¿De dónde había sacado su padre entonces aquel poema, seis años antes de que los publicara Tenorio?
Abad contrató a una estudiante para hurgar archivos y les escribió a una decena de expertos en Borges. También le pidió a un amigo que consultara a María Kodama. Mientras ni los académicos y ni la viuda de Borges daban el poema por auténtico, su asistente hacía la tarea. Entre otras cosas, publicó un artículo pidiendo datos del poema. Y dio resultado. Un día, en la librería que Abad tiene en Medellín apareció una mujer, Tita Botero. Sabía de dónde había copiado su padre el poema.
Botero le entregó a Abad un recorte de la revista Semana, del 26 de mayo de 1987 con una nota de introducción, una foto de Borges en el centro y abajo dos sonetos, explicados así: "Acaba de aparecer en Argentina un 'librito', hecho a mano, de 300 copias para distribuir entre amigos. El cuaderno fue publicado por Ediciones Anónimas y en él hay cinco poemas de Jorge Luis Borges, inéditos todos y, posiblemente, los últimos que escribió en vida. Aquí reproducimos dos de esos cinco últimos poemas de Borges." Uno era el suyo.
Su asistente consiguió los archivos del programa de radio que hacía Abad padre. En uno de ellos, el doctor había leído el poema. Abad volvió a escuchar la voz de su padre después de 20 años y con semejante confirmación fue a buscar a Tenorio, quien reconoció que fue Jaime Correas, uno de los estudiantes mendocinos que mencionaba Semana, quien le había hecho llegar los sonetos. "Tal como los había publicado Correas, los poemas sí eran atribuibles a Borges, eran perfectos", recordó Abad. Los errores eran de Tenorio.
Abad consiguió el e-mail de Correas, quien le confirmó todo. Borges, decía, les había dado los sonetos en mano a Franca Beer, la mujer del artista Guillermo Roux. Ellos, junto con el poeta francés Jean Dominique Rey, fueron a visitar a Borges. Roux hizo unos dibujos mientras Rey lo entrevistaba. Al final, Rey le pidió a Borges unos poemas. Borges le dijo que se los daría; Franca volvió al día siguiente y Borges le dijo que sacara poemas de un cajón. Ella los tomó e hizo copias.
Abad fue a Mendoza a ver a Correas; a Buenos Aires, a encontrarse con Franca Beer y Guillermo Roux y a París, a hablar con Dominique Rey. Con los años surgieron contradicciones. Franca Beer dice que fue a ella a quien entregaron los poemas y Dominique dice que fue a él. "Yo creo que Borges se los dio a los dos", reparte Abad.
Pero entonces se convenció de que los poemas, eran en verdad de Borges. ¿Falta que los lectores y expertos piensen lo mismo? "Si quieren, yo ya estoy tranquilo", responde Abad.
Con el círculo cerrado, Abad y Correas escribieron sendos libros. Ahora ambos, con sus historias paralelas que se tocan en muchos puntos, fueron la sensación del Festival Malpensante que se hizo en Colombia. Hasta esta aparición de Héctor y de su padre asesinado con el poema en el bolsillo, los poemas estaban ahí, en un cuadernillo publicado hace 20 años.
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