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A diferencia de la deliciosa película Jasón y los argonautas, no encontraremos en este viaje monstruos gigantes, ni ejércitos de esqueletos amenazando al Argos y su tripulación. Y sin embargo, las aventuras de los célebres argonautas no dejarán por ello de ser exóticas y trepidantes.
Robert Graves comienza explicándonos el origen de la leyenda del Vellocino -un cisma religioso que alzaría a Zeus sobre el resto de divinidades, incluida la propia diosa madre– para hacer un rápido repaso mitológico y de la situación política de la Grecia arcaica. Tal vez sea este inicio (pese a su indudable importancia) la parte menos ágil del libro, hasta el momento en que aparece por fin un ingenuo Jasón y se comienza a reunir a los argonautas: personajes célebres en su mayoría, reyes, hijos de dioses y diversos aventureros a quienes la maestría de Graves dotará de un encanto único y personal. Desde ese momento nos embarcaremos para descubrir, no sólo todo lo concerniente al Vellocino, sino también los orígenes de centauros, sátiros, diversas criaturas mitológicas e incluso los prolegómenos de lo que será la guerra de Troya.
Con un estilo narrativo que homenajea al empleado por los autores clásicos, aunque afortunadamente bastante más dinámico, nos embarcaremos con una tripulación de campeones atemorizada por un Hércules borracho, al borde de la demencia y pendenciero, sólo aplacable mediante la música del entrañable Orfeo. Disfrutaremos de la ingenuidad y pocas luces del seductor Jasón, de la hilarante elocuencia de Equión -un embajador capaz de hacer creíble la más absoluta de las mentiras-, de la simpleza de Idas o de la audacia de Atalanta, única mujer de la tripulación, y uno de sus miembros más destacados.
De este modo, Graves se implica tanto con la Historia como con la leyenda, es fiel a las peripecias del viaje que han llegado hasta nuestros días, pero sin alejarse de la posible verosimilitud de los hechos. Busca y da explicación a cada extraordinaria aventura en la que los héroes se enfrentaron a hombres y monstruos, realizando un notable esfuerzo por mantener la coherencia con la historia conocida, pese a la diversidad de fuentes que en ocasiones llegan hasta a contradecirse entre sí. En este aspecto es de notable interés la explicación que el propio autor ofrece al final del libro, en la que argumenta los criterios seguidos para la inclusión de personajes como Orfeo (que participó o no, dependiendo de la fuente), el momento del abandono de Hércules y las alternativas planteadas para la interpretación de las aventuras.
El resultado final es un libro de gran hermosura donde Graves vuelve a alcanzar altas cotas narrativas con un viaje fantástico e inolvidable.
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