martes, febrero 23

“La literatura argentina está farandulizada”

Roka Valbuena

De acuerdo. Jitrik y Freidemberg miran con los mismos ojos a la literatura argentina. Coincidieron en muchos puntos y el contrapunto quedó para más adelante.

Dos críticos de literatura, en dos citas diferentes y cada cual por su lado, opinaron sobre literatura argentina y su percepción de la crítica actual. Aunque dos críticos por separado no implican un pugilato, sus opiniones, quizás, podrían llegar a chocar y subirse a pelear en un ring. De modo que anticipando el duelo ponemos, arbitrariamente, en la esquina roja a Noé Jitrik, un peso pesado de la teoría literaria, con 70 años y récord de 48 años de crítica especializada y ninguna vergüenza hasta la fecha. Obtuvo el cetro Chevallier des Arts et Des Lettres otorgado por el gobierno de Francia y el cinturón latinoamericano, premio Xavier Villaurrutia, en México, en 1981. En la esquina azul ponemos la trayectoria de Daniel Freidemberg, literato de 62 años, excelente estado mental y físico, con récord de más de treinta años de trabajo profesional en diversos medios, sin empates ni vergüenzas profesionales conocidas. Como aporte suplementario, tanto Jitrik como Freidemberg han escrito muchos libros de ficción y poesía. Y Jitrik hace yoga y Freidemberg tose.

Primero hablamos con Jitrik, sentados en un café neutro. Noé Jitrik se saca el batín y nos deslumbra mostrando un estupendo cuerpo de ideas. De inmediato, en un golpe de calentamiento, el crítico evalúa la actual escena literaria argentina: “Primero, para tener idea de un panorama, hay que mirar un panorama. Lo cual no es nada fácil porque es algo que se extiende mucho. Pero está bien”.

–¿Entonces tiene fe en la actual literatura argentina?

–Sí, bueno, hay algunos éxitos con estallidos de venta, generalmente efímeros, y que no sé si son parámetros para evaluar un panorama. Para mí la literatura transcurre por otros lugares. En los textos. Y sólo puedo decir que, de pronto, llegan a mis manos textos que considero de muy buen nivel. Hay textos que me parecen muy buenos, muy fuertes.

Noé Jitrik, tras ese baile de piernas, acorta distancia y ensaya un jab: “Los escritores de hoy escriben mucho mejor y más temprano que los de antes. Escriben mejor que yo a esa edad. Y leen más de lo que yo leía a esa edad”. ¿Y cuál es la causa de ese fenómeno? Noé Jitrik atribuye la mejoría a una maduración cultural. Y la maduración cultural la atribuye, entre otros sucesos, a haber pasado por una dictadura y al alejamiento de prejuicios literarios. Noé ha entrado en calor y empieza a golpear: “Me parece un lugar común afirmar que los jóvenes no leen. Y, correlativamente, que los jóvenes no escriben. Y, correlativamente, que el mercado pide determinadas cosas y que algunos jóvenes se lo dan”.

En un alarde técnico Jitrik ahora disecciona la palabra. Para este crítico los escritores de hoy, en lo que respecta a la prosa, son más precisos que los de antes. Menciona una moderación al adjetivar y, también, la influencia de literaturas de escritura concisa.

–¿Hay buenos temas en la literatura argentina actual?

–Eso no tiene tanta relevancia. Usted sabrá que lo más importante en la literatura no es el qué contar. Es el cómo contar. Es la resolución verbal del conflicto. Madame Bovary, por ejemplo, no es más que un simple adulterio que el autor transformó en una gran obra.

–¿Siente que ha afectado a la crítica literaria el fenómeno de los blogs?

–Por razones de impaciencia no los frecuento. Sé que los blogs parecen un resumidero de chismes, algo quizá muy democrático, pero que no creo riguroso.

–¿Hay una farandulización de la literatura argentina?

–Sí, la literatura está farandulizada, en parte hay algo de eso. Por ejemplo, en los suplementos literarios hay una sensibilización con respecto al mercado. Si alguien ganó un premio se ocupan de él. Si vende, también. Si vende en España, tanto mejor. Si vende en Ecuador, ya no tanto. Es así. Claro que esto no es general, porque a veces valoran aspectos importantes.

Es cierto que Jitrik no es ofensivo. Pero, truculentos, es necesario que ahora pasemos a la esquina azul, donde espera impaciente la postura del crítico Daniel Freidemberg.

En la esquina azul hay un crítico literario que está muy confundido. No por golpes retóricos que le haya lanzado el púgil Jitrik, sino por dos factores: un asunto personal (“dejé de tener la urgencia de estar escribiendo críticas todo el tiempo, no me gano la vida con eso”) y luego por complejidades teóricas que lo han descompensado.

El crítico, azul y tosiendo, piensa que tanto la crítica como la literatura se enfrentan a una enorme cantidad de fenómenos nuevos. Y menciona los blogs. Si Jitrik no los frecuenta, Freidemberg sí y nosotros, sorprendidos, frecuentamos el primer choque de puños.

–Las discusiones que se dan en los blogs, a veces, son muy interesantes o, más bien, se da algo que no estaba en ninguna parte. El problema es cómo diferenciar lo interesante de la tontería. Y eso favorece una indiscriminación muy grande que a uno lo desorienta. Y luego, mirá, las editoriales...

Tose y sigue.

–Las editoriales sacan libros, están un mes y después van a la mesa de saldo. Y listo. Se terminó. Es así. Estamos en un panorama imposible de abarcar. Se nos escapa por todos lados.

Si Jitrik era baile y calma, en la esquina azul hay un hombre de barba al que pareciera que la modernidad quiere noquear. Tose y sigue:

–Sobre cómo se practica la crítica en los medios, pienso que hoy es muy difícil desplegar un pensamiento elaborado de la literatura. No digo elaborar un pensamiento especializado o académico, sino sólo una idea.

Hace unos quince años, dice Freidemberg, se podía comentar un libro en una página entera. Hoy los comentarios de libros muerden esa esquinita que el lector apurado suele ignorar. Y ahí replicamos la pregunta hecha en la esquina roja.

–¿Hay una farandulización en la literatura?

–Sí –dice, y adjuntamos un punto de encuentro entre las dos esquinas– hoy se tiende a convertir todo en un espectáculo. Parecería que un escritor, para ser conocido, tiene que hacer algún tipo de escándalo. Y yo, ojo, estoy a favor de la polémica, pero una cosa es la polémica y otra cosa es buscar a toda costa una frase que aparezca en la tapa del suplemento.

–¿Cómo se aplica eso en los críticos?

–El lugar del crítico está totalmente desdibujado. No existe el lugar del crítico como autoridad. Me parece que hoy incide mucho más el ser nombrado porque dio una charla, porque hizo una presentación que otras cosas.

–¿Esta farandulización afecta la búsqueda de temas en la literatura?

–Seguro. Muchos, desde lo comercial, buscan un tema que pueda llamar la atención. Y seguramente en Europa vende mucho más un escritor argentino que escriba sobre los desaparecidos. Incluso, dentro del medio, están aquellos que saben que no van a vender mucho, pero que buscan modos raros para llamar la atención, aunque sea la atención de sus colegas.

Notamos que aquí no hay una pelea. Las opiniones de los púgiles no están combatiendo las unas con las otras (interna aspiración del reportero), sino que, más bien, parecen enfrentadas contra las tendencias de estos tiempos.

Jitrik, esquina roja, asume el mercantilismo de la literatura con la calma del yoga; Freidemberg, esquina azul, lo hace con la confusión que le da su actual alejamiento. Y ambos, desde sus esquinas, se unen por la humildad que los caracteriza.

Jitrik dice que a veces, con sus críticas, se ha equivocado; que una vez atacó con crudeza una novela de Abelardo Castillo. Friedemberg reconoce que también le ha pasado. Entonces ambos concluyen que la crítica no puede ser objetiva y que hoy merece mejorar su posición mediática.

No hubo conflicto, es cierto. Y por eso ahora los dos críticos imaginariamente se dan la mano y el inflado ring, reflexivo, apaga sus focos de luz.

VIA

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