miércoles, febrero 11

En las soledades de Rìo Grande


Niní Bernardello, una cordobesa instalada desde hace muchos años en Tierra del Fuego, combina sus magníficas obras plásticas con poemas que rescatan el mundo de los onas.
Una reciente exposición, "Obra reunida", sintetiza su trabajo. Ahora la espera Ushuaia.

Por: Juan Fernando García

BERNARDELLO RECUERDA A LAS TRIBUS FUEGINAS. Obras que alteran al desmemoriado, que interrogan un presente qeu suele olvidar una historia feliz.

Los vientos patagónicos cruzan inexorables Río Grande. Ciudad nueva al sur del sur de nuestro continente que a fuerza de trabajo se ha convertido en el polo industrial de Tierra del Fuego. Poco y nada hay en esas calles desprovistas de árboles, de los selk'nam, la tribu que escolarmente hemos aprendido a nombrar "onas" y que poblaron ese suelo hasta no hace mucho tiempo. Están los textos de Anne Chapman, las fotos del padre Gusinde, los retratos de Lola Kiepja y Angela Loig, interrogando a los lugareños –de inmensa mayoría migrantes internos– sobre la identidad.

En el presente de Río Grande, las pinturas y los poemas de Niní Bernardello dan cuenta de esa pregunta. Una producción de relevancia unida a una fecunda y silenciosa labor como gestora cultural, que en más de una oportunidad se vio vapuleada por vaivenes políticos, resistiendo esos vientos, amparada en una lúcida y exquisita obra.

Nacida en Cosquín, los ecos de la lejanía serrana vibran en su voz, y en muchos de sus escritos que evocan y tensan la memoria de la poeta. Quizás haya que escucharla ahora, luego de su última muestra y que, posiblemente –ese "posible" que los dirigentes trocan con facilidad– vaya a Ushuaia. En la Dirección de Cultura (el ex-Hotel Los Yaganes, que rememora a otra tribu originaria), las pinturas de Niní Bernardello iluminaron ese espacio lleno de collages y pinturas espléndidas. Para la artista, las palabras y los trazos dialogan en una búsqueda intensa: formas de la pasión de quien hace 27 años batalla desde ese rincón contra la desmemoria y el olvido.

"Obra reunida", tituló Bernardello su muestra, alternando series plásticas con poemas, evidenciando una ligazón profundamente honesta. Pero nada que ver con una ilustración, no hay pedagogía en el montaje, sino diálogo, texturas que se imbrican, se despliegan y esplenden. Desde su primer libro, Espejos de papel (1980), los trazos y las letras van unidos: "Quiero anunciarte en la blancura/ del papel y soy sólo/ una línea que se ondula,/ se repliega y calla." De ese silencio, a la voz del mundo, a una poética sostenida en una estética. Marcas autobiográficas, que aparecerán en todos sus libros y que hallará su esplendorosa medida en Puente aéreo (2001), donde un extenso canto evoca el viaje Cosquín-Río Grande y puede prefigurarse uno de los más bellos poemas argentinos. Y en su último libro editado, Salmos y azahares, la prosa poética antecede a pequeñas piezas que volverán, formal y temáticamente, a aquel primero de 1980.

Diálogo entre pintura y poesía, adicionando la rica tradición y el paisaje que se vuelve huella, la marca de la memoria histórica. Por eso, recomienda con énfasis el libro de Anne Chapman, Hain, que relata la ceremonia de iniciación de los selk'nam, junto a una muestra fotográfica inédita. Porque su mirada de artista no ha soslayado la voz y las imágenes de un pueblo que encontró en Lola Kiepja una interlocutora y una vocera. Escribe Bernardello versos de esta estirpe: "Mirando siempre el mismo lugar/ siempre el mismo lugar/ sin palabras, desértico, áspero./ Soy Selknam, en mí rompe/ lo primero, lo escrito."

Pero las soledades de Río Grande son el escenario donde ha forjado vida y arte. Y su inquieta labor ha permitido ordenar algunas miradas dispersas en la antología de poetas fueguinos Cantando en la casa del viento, del legado selk'nam y yámana hasta nuestros días; minucioso, largo trabajo, sólo con la interlocución a distancia con Diana Bellessi y Cristian Aliaga, que redundó en la publicación de la Universidad San Juan Bosco de Comodoro Rivadavia bajo la dirección de Aliaga.

En sucesivas ediciones de la Feria del Libro riograndense, ha convocado a escritoras de la estatura de Bellessi, Irene Gruss, María del Carmen Colombo, Susana Villalba, Alicia Genovese, entre otras. De sus incursiones curatoriales, desde 1998 viene bregando por la continuidad de muestras en espacios apropiados, pero entre las vicisitudes locales, en 2004 la falta de presupuesto invalidó su tarea. Y será recién en 2008, que un hotel, convertido en Dirección de Cultura, permitió exhibir en una sala espaciosa y bien iluminada la producción de fotógrafos, pintores, escultores. Pero no sólo en el diálogo local, sino en el puente que establece con Ushuaia, Niní Bernardello es con los otros. Una voz en el desierto, podríamos pensar, en la lejanía austral que cruza sus versos, sus fotografías intervenidas, su retrato de juventud, como una "flecha encendida que pregunta", incansablemente.

Tierra del Fuego, "fin del mundo" como lema turístico que ha pegado fuerte, también tiene arte, también tiene cultura, también tiene artistas. Que se sepa.

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