Sintió en sus labios el amargo sabor de la nostalgia.
Días, meses, años….tan poco importaba la suma del tiempo,
si era la infinita y aburrida sucesión de hechos sin control ni sorpresas.
Quería sentirse viva pero solo el silencio repercutía en el alma dormida.
La ausencia de voces, de aromas conocidos,
eran la prueba viviente de que ya nada sería parecido.
Mientras revolvía el café con la vieja cuchara,
su mente atravesaba lentamente por otros momentos.
Absorbía recuerdos y fijaba su mirada perdida
en las fotografías viejas que colgaban de la pared.
Un impulso vital, de la sangre caliente
recorriendo las venas hasta el último rincón de su cuerpo cansado,
la llevó a levantarse de esa silla.
Hipnotizada en su silencio, caminó hacia la puerta de entrada.
Tocó las cortinas transparentes,
y en un impulso, que luego se preguntaría por que lo tuvo,
abrió la puerta casi violentamente.
Apoyó la mano temblorosa en el timbre,
ese mismo que nadie utilizaba,
y cada vez con más fuerza,
rompió los silencios con su sonido uniforme y aburrido.
Una sonrisa timida le dio la bienvenida.
1 comentario:
Haz vuelto a la escritura, querida amiga. Y pones tu sello como siempre.
No te vuelvas a ir, que se te extraña
Besos y mi abrazo para siempre.
Tu anónimo
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